jueves, 23 de noviembre de 2006

El caminante

Pérfida es la lágrima que se desliza vertiginosamente sobre la mejilla de aquel caminante de los caminos del viento, dura es, como un roble que no puede atravesar ni el tiempo ni el destino, fría y cálida a la vez, cubierta de desdenes misteriosos donde moran con una impertinencia fugaz los recuerdos.
Lágrimas que abren los caminos a ese edén pocas veces imaginado han querido igualar a ésta lágrima de lágrimas, que en un río de dolores se sumerge, perdida en mil historias de caminantes y caminadores.
Si pudiera ver el mundo aquella lágrima, así como lo ven los ojos que la expulsan, lloraría lágrimas aún más negras que la noche más oscura, y en los desdenes que la causan moraría una leve brisa, signo de una impetuosa caída a los suelos, su destino.
Lágrima de ojos que hoy respiran, dile a la tierra con respeto y sin vergüenza, que un cuerpo está al llegar, y que no hay en éste mundo un lugar tan trágico como los ojos que habitaste, y que no quedan lágrimas en esas cristalinas simientes, y que el día se ha cubierto, parodiando a la niebla entre los bosques, de una penúmbrica luz que alimenta los pesares y sonríe ante la muerte.
¿Ha de ser tan trágica la muerte si en los ojos ya no hay lágrimas?
No lo sé, sólo ese caminante del camino del descuido puede ser el que nos diga cuán terrible es ésta vida, cuán terrible es el dolor, y cuán solo se encuentra por las calles de la muerte, tanto como para no encontrar salidas, y en su vuelo hacia los mares de eternos pensamientos sueña cielos, sueña viento, y se cubre en un momento de recuerdos de otro tiempo.
Así ha sido su caída, como la de una lágrima perdida, y los metros fueron siglos, los pensamientos eternidades, las lágrimas ojos secos y el dolor... Bueno, ¿Y el dolor? ¿Qué podría decir de él? El dolor sólo un momento, y en segundos que en fracciones se describen, sólo él puede decir que entre todo éste aquelarre de ilusiones contra el tiempo, sintió el beso de la brisa y el sabor de un total arrepentimiento, que sólo le susurró el viento, que tan solo fue un instante, un momento, un momento caminante, no estás solo en tu momento, tantos seres han cruzado ese túnel, ese infierno, tantos otros tienen miedo, tantos otros hay que esperan para sentir tu arrepentimiento.

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